IN VINO VERITAS

Los tiempos cambian y eso no podemos negarlo. Estamos en los tiempos del consumismo y del poder del capitalismo sobre todo. Las cosas, los bienes materiales ya tienen nombre y apellidos.

No nos compramos unas zapatillas de deporte, nos compramos unas Nike Cortéz (ej.); ya no hemos alquilado un apartamento en el centro, hemos alquilado un loft en Los Austrias; ya no salimos a tomar una copa, salimos "a ese coctel-lounge tan divino de ese hotel tan estupendo"... Y como no, esto ha llegado al mundo del vino.

Ya no son blancos, tintos o rosados. Secos, dulces o espumosos. Reserva, crianza o joven... Ahora tienen nombre y apellido y dependiendo de ese nombre y apellido "sabes o no sabes" lo que es tomar vino. O mejor aún, dependiendo del nombre y apellido puedes demostrar lo desahogada que está tu economía...

Que tiempos aquellos de chatos y tascas. Que época en la que al borrachín se le identificaba con la nariz roja y la botella de vino en la mano.

Ahora no. Ahora todos tenemos un "sommelier" o sumiller dentro. Todos diferenciamos los aromas a cuero y maderas de un gran reserva de 1994, los tonos violaceos de un buen ribera, el aroma afrutado que desprende un blanco...

Y no es así. Lo que hoy prima y diferencia es que te vean los de la mesa de al lado pagar 800 € por un Pingus o si no puedes llegar a tanto, 450 € por un L'Ermita o 225 € por un Vega Sicilia Único Reserva Especial 1994...

Que el vino luego no te gusta... eso es lo de menos.

Tú siempre podrás decir que pagaste un alquiler por tomarte un par de copas...